sábado, 28 de abril de 2018

En los viajes a Osorno

#Enlosviajesaosorno
#Otoño
Ocurre que en la adversidad de la vida y en la ligereza de la gente por cumplir con sus labores, no existe una pausa, no existe un momento en el que te detengas y puedas preguntarte...¡Hey! ¿Estás bien? ¿Estás cansada? ¿Deseas algo? ... y es que incluso en las noches antes de dormir no puedes pensar, porque te acuestas, cierras los  ojos y te sumerges en la profundidad de los sueños debido al cansancio...
Estos viajes a Osorno de casi dos horas si que me han hecho pensar, a las seis de la mañana pasa un auto a recogerme para llevarme al terminal y tomar el bus, ese corto trayecto desde mi casa al terminal se hace eterno por el silencio que nos embarga al chofer y a mí, llego al terminal, y está la señora que vende desayunos, unas cuantas personas que esperan algún bus para ir al trabajo seguramente, uno que otro guardia, uno que otro perro, todos y cada uno en su burbuja, veo el bus y espero la misma pregunta de cada mañana... ¿Va a Osorno?... si, respondo, con un tanto de sueño y con la misma sonrisa de cada mañana. Busco un asiento, - ojalá alcance uno en la ventana, pienso, a veces me toca un buen asiento, un asiento de esos que presionas una palanca y se va para atrás, otras veces me ha tocado un asiento que no tiene palanca y la verdad es que cuando pasa eso mi viaje se vuelve desastroso, y así comienza mis casi dos horas de viaje, audífonos en los oídos y una lista de canciones de esas tristes, nada que mirar por la ventana, está todo oscuro, a veces cuando llueve solo puedo ver las gotas cayendo una a una por el cristal, y las luces de los focos de las calles que pasan y pasan, así como la gente al caminar... es ahí, justo en ese preciso momento en el que mi mente se sumerge en los pensamiento, pero no justamente de esos en los que me pregunto cómo estoy, sino de esos que te hacen recordar gente, recordar situaciones, de esos que te hacen cambiar el final a cada historia, o incluso crear una nueva... 

#Recuerdos

Tengo muchos recuerdos en mi mente... pero hay uno que seguramente perdurará en el tiempo. Se trata de una persona, aquella que con el simple hecho de recordarla se eriza mi piel, la sangre de mis venas se vuelve más fuerte, y seguramente mi ritmo cardíaco aumenta su pulso. Son recuerdos de alegría, de tristeza, de enojos... tengo miedo, se que algún día esos recuerdos se irán, pero no quiero dejarlos ir, de algún modo u otro me aferro a ellos... ¿por qué? no lo sé... o quizás no quiero saber.
¿Que si tiene un nombre? si... tiene un nombre y su nombre es Constanza... Constanza, chica alta, cabello largo, pequeñas pecas en la cara, ojos de media luna con una lineas a los costados, una boca que cualquier persona quisiera besar, una mirada llena de sentimientos, todos los que pudiesen existir, si los miras... puedes encontrar alegría, tristeza, rabia, amor, miedo, valentía.... ella sabe que es así, pero intenta ocultarlos con una actitud de mujer poderosa, al verla caminar puedes ver una mujer segura de si misma, admirable, pero cuando logras conocerla, puedes darte cuenta que es frágil con una rosa y llena de miedos ocultos, es de signo Géminis (siempre me dejo llevar un poco por la astrología), dicen que hay que ser valiente para amar a una persona de aquel signo, y yo les digo que sí, que está más que comprobado por experiencia propia... 
Constanza... no se imaginan todos los recuerdos que vienen a mi cabeza al pronunciar su nombre... y es que aún no entiendo cómo... cómo es que la mente puede olvidar cosas tan fácilmente, pero otras recordarlas a flor de piel. 
Podría hablar todo el día de ella, pero los aburriría... quiero contarles un poco de lo vivido con aquella mujer, aquella historia que tanto marco mi vida, esa historia que hace que estos viajes a Osorno sean más cortos...